lunes, 15 de agosto de 2016

CRONICA FRANKLIN RIVADEINERA

Estilo de vida de un ser humano

Desde muy pequeño siempre vivía la vida sin ningún problema solamente con un objetivo que era vivir y disfrutar de mis padres, y de despertar junto a ellos.
Todos los días desde que tengo recuerdos, siempre existe en mi memoria, la dicha de haber demostrado todo el amor de un hijo hacia sus padres.
Mientras el tiempo pasaba, los ideales de un niño  iban cambiando a un pensamiento de un adolescente lleno de preguntas y de perjuicios que existía en la sociedad.
Esa misma sociedad que un tiempo atrás preguntaba  y señalaba  a mi padre Georing Rivadeneira como una persona revolucionaria y de pensamiento libre y de un educador que nunca negó a ningún ser humano su mano de aprendizaje.
Son pocos los recuerdos que tengo de mi padre cuando era apenas un niño. Pero ahora que soy un hombre gracias a las enseñanzas de mis padres y los ejemplos que me han inculcado desde pequeño, como el respeto, la solidaridad, la honestidad, la sinceridad en este camino de la vida.
Cuando apenas era un adolecente recibí la noticia más dolorosa de mi vida y era que mi padre tenía cáncer y que debía someterse a quimio terapia. Dentro de mi corta edad, se me cruzaba en la mente los amigos de mi padre que tuvieron esa enfermedad y que nunca la pudieron superar, pero en este caso fue diferente  porque mi padre me demostró la lucha que debe tener una familia unida y un hombre  para pelear contra esta enfermedad que pone Dios y la vida.
No olvido los días que iba con mi madre y mis hermanas a visitar a mi padre en uno de los lugares que marco mi vida,  ya que en ese lugar ayudaron a superar la enfermedad pero al mismo  tiempo destruyeron el estilo de vida de un ser humano.
Recuerdo verle a mi padre  en su cama, con su medicación en su cuerpo,  tratando de pelear  contra esa maldita enfermedad y demostrándonos que la vida sigue muy a pesar de las dificultades.
Dentro de todas las adversidades que tuvo que vivir mi familia, nunca se me borrará de mi mente, la frase más elocuente que me dijo mi padre en ese momento.
-       Mijo en las batallas más fuertes, Dios pone a sus mejores soldados.
La respuesta mía no se hizo esperar y le dije:
-       Dios no se dio cuenta, que siempre fuiste su mejor soldado, a pesar que no tenías nada que ver en ellas.
Al muy poco tiempo después de un tratamiento largo y doloroso  con secuelas físicas y psicologías emprendíamos un nuevo viaje hacia la realidad que nos esperaba. Esta realidad se convirtió en una pesadilla al momento que nos enteramos que mi padre debía someterse a radio terapia en el abdomen. Como siempre el show debía continuar dentro de nuestras vidas porque solamente las personas que estaban junto a nosotros sabían el suplicio y el horror  que llevábamos en nuestro corazón y que por fuera  debíamos tener una coraza para poder soportar todo el dolor que producía verle a nuestro símbolo sentir malestar y frustración, de no saber por qué a las personas buenas de corazón y de mente debían pasar estar pruebas de Dios.
Aprendí que nunca debíamos buscar un porque o una razón de lo que nos sucedía, ya que cuando más buscábamos, menos explicaciones encontrábamos en nuestras vidas. Después de un tiempo de tratar de tener una vida normal. Como la tiene la mayoría de la persona, comenzamos un tratamiento en Solca con la esperanza más grande que debe tener una familia cuando existe el amor. Este  tratamiento fue el pie para empezar una lucha y darnos cuenta que el amor de mis hermanas, de mi madre y de mi persona era lo más puro he inmenso que teníamos sobre él y de igual forma con nosotros.
El tratamiento marco la vida de mi familia y de mi padre, ya que por una mala práctica media según mi criterio, perdió toda la sensibilidad y los movimientos de las pierna pero con coraje y con una rebeldía logro levantarse y volver a caminar y de esa manera recuperar la vida que siempre tuvo.
Dentro de toda esta etapa de la enfermad de mi Padre, siempre estuvo mi hermana Gabriela Rivadeneira y mi cuñado Santiago Flor, quienes trataron de buscar una solución para todos los problemas que podía existir en ese momento, además nunca dejaron se mencionar cuáles son las enseñanzas que fue cosechando nuestro papá durante todo nuestro crecimiento.
Gabriela, quien siempre fue la más alegre de mi familia, empezaba a tener pensamientos de temor y de terror, al imaginarse que sería la vida sin nuestro padre.
A pesar de que existía tratamiento para la enfermedad del cáncer, creo que una persona común y corriente, no puede soportar tres recaídas de la enfermad, pero la persona que puso soportar, fue nuestro padre Georing Rivadeneira.
Después de ganar tantas guerras, un 24 de Diciembre del 2013, se perdió la batalla más grande de nuestras vidas, y es que falleció mi Padre tras no poder superar una enfermad que va apagando de a poco, el brillo de una persona.









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