lunes, 15 de agosto de 2016

Cronica: Viaje a Malchingui (Luis Calo)

Los que en realidad aman la vida son aquellos que están envejeciendo.
La visita a Malchingui es uno de los viajes que jamás olvidare pues cambio mi percepción del amor a la vida. Los jóvenes tienden a frustrarse, a sufrir por problemas minúsculos, se vive sin vivir, suena irónico ya que el joven debe demostrar fortaleza pero esto no sucede. La realidad es otra, son los adultos mayores quienes disfrutan de la vida todos los días, en especial en zonas periféricas, aquí estas personas con gran sonrisa y vigorosidad viven y trabajan para el progreso de su comunidad.
El viaje se realizó el 9 de enero, a las 9h00, junto a varios compañeros de la Facultad de Comunicación Social, como parte de Vinculación con la sociedad en el Proyecto: Rescate de la memoria oral de abuelos y abuelas de la comunidad de Malchingui en el cantón Pedro Moncayo
En aquellos ancianos, de miradas nostálgicas y seductoras sonrisas, con las marcas del sol en su piel tostada por el trabajo en el campo, de alegría desbordante y sabiduría acumulada, aprendí una gran lección de vida, en ellos noté  la clave de valorar la vida, de vivir feliz
Las actividades con los adultos mayores
Cerca de las 11h30 abordamos en una maravillosa tierra, la comunidad de Malchingui, rodeado de montañas, de bellos y grandes árboles. A las 15h00 con un despejado cielo azul acompañado del fuerte sol se dio inicio a las actividades con los adultos mayores del lugar.  A la entrada Un amable y alegre señor de unos 70 años, con una gran sonrisa y un abrazo nos recibió. Más adentro todos sentados en grupos, esperaban iniciar las actividades a realizarse con los chicos de la universidad. Otros se dedicaron a entrevistar, tomar fotos y grabar.
Para calmar la sed algunos de estos amables señores repartían una deliciosa chicha mejor que la bebida gaseosa, con una sonrisa y picaras palabras ofrecían esta bebida propia de la serranía ecuatoriana decían: “Tome joven una rica chicha para que no le afecte el sol, ya mismo viene el  guarango ahí si no se chumara no más”. A la hora de la fiesta, en cambio se repartió, el guarango
La fiesta
Nuestra vista coincidió con un festejo del niño Jesús en el barrio. Armado el disco móvil se dio inicio a la fiesta. “A bailar, que viva la gente de nuestro barrio, que vivan los estudiantes de la Facso” animaba el Dj mientras la música sonaba, a ritmo de banda de pueblo todos comenzaron a bailar. Entre jóvenes y ancianos el festejo continuó. Yo que me encontraba tomando fotos fui sacado a bailar por una señora de unos 80 años, “Ojala me aguante en el baile” me dijo con una sonrisa a la vez que yo intentaba seguirle el ritmo.
Pasadas algunas horas se dio inicio a la procesión religiosa por las calles del barrio, acompañamos hasta finalizar la procesión, después nos despedimos de todos y regresamos al bus. Recuerdo que una señora dijo: “No se vayan, quédense al festejo, si hay donde dormir” pero teníamos que regresar a Quito.

Así aprendí una gran lección, en esos ancianos observe los tantos años de esfuerzo, trabajo y sacrificio, pero también el amor a la vida que a comparación de los jóvenes es poco o nulo. No esperemos a ser viejos para valorar la vida, hay que disfrutar cada día y sobre todo valoremos a nuestros abuelos/as ellos aún tienen muchas cosas para decirnos, solo hay que escuchar.

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