Un chumadito nomas era...
Por: Erika Chango
Un día como
cualquiera, pero en este caso, un día especial entre familia buscaban culminar
un año más con alegría y esperanza. Alguien debía padecer algún acontecimiento,
como en toda familia: no todo es perfecto. Y ahora todos nos preguntamos ¿qué
le sucedió?…
Como todo niño travieso y a veces
curioso, les suelen pasar cosas que luego les asusta. Y en este caso el niño si
se llevó un gran susto, pues obro mal con un chumadito. Los chumaditos no son
malos, no pueden hacer nada, solo con verlos que no se pueden colocar rectos al
caminar es suficiente.
Las travesuras de niños casi siempre
terminar mal, lo bueno es que después conversan para llegar a un acuerdo, en el
que nadie salga golpeado, sino que cada uno continúe su camino sin problema,
obviamente esto será muuucho después, ya que antes hubo un pequeñísimo
problema.
Pum! pum! pum!... tocaste la puerta.
Venias con el ojo morado y un costal. Chillabas como María Magdalena. Entraste
pidiendo auxilio a la casa. Gritabas como que si el mundo se acabara. ¿Qué te
pasa te pregunto mi mamá? Moqueando le dijiste: me quiere pegar ese chumado. Que
habrás hecho guambrita, te respondió. Y lo único que has hecho es cogiendo
aserrín para hacer tu muñeco de año viejo.
Ayayay! la paliza que te han dado.
Esa mañana te has levantado a buscar
basuritas para poder rellenar tu año viejo. Tu ñaña no te quiso acolitar. Ni
porque le has dado de comer. Le rogaste y nada que te ayudaba. Así que cogiste
el costal y saliste de tu caleta. En un tacho encontraste periódicos. Seguiste
caminando cuando te encontraste con tu taita. Platicaron un ratito y se
despidieron con una mucha. Hasta cantando ibas de la emoción. Ya te daba
pacheco y no encontrabas nada bueno para tu muñeco.
Después a La Quintana te toco subir.
Tantas gradas que has subido. Para que a lo lejos veas el aserrín botado en un
terreno. Con gusto subiste lo que te faltaba de gradas. Llegaste y abriste tu
costal para recoger esa virusa de aserrín. Cuando de repente te asustaron y te
jalaron el pelo. Saliste corriendo. Te ciaste en el lodo. Chuta ayayay!.
Alcanzaste a decir. Mientras corrías hasta mi casa. Viste que era un borracho
vestido de negro el que te seguía. Que susto te pegaste.
Cuando ya te calmaste. Fue mi mami a
reclamar al vecino: ¿Por qué le quiere pegar? Ese borracho esperándote estaba. ¡Sale
chora!, gritaba. Mi mami te regreso a ver con una carota de maldad pura.
¿Qué paso vecino? le dijo alguien que
estaba cerca de la casa del borrachito: “Esa guambra fiera me estaba robando”.
¿Qué se le cogió? “No se ahí en el
costal debe estar”. Le mostraste el costal y solo había periódicos y aserrín.
“Yo no me robado nada” dijiste.
“Ahí está esa tierra es mía” decía el
borracho.
Pobre borrachito le dejaste sin su
tierrita. Le quitaste el pite de aserrín que tenía. Y nada que te ha pegado si
ese ojo negreado ha sido solo tierra. Hasta el costal te quito Don Vicente. Eso
si te quedo de lección para que no vuelvas a coger basura.
“Atatay! lleno de microbios. Ya va a
tocar irte a dejar a la casa ve guagua”. Le dijo mi mama. Mientras bajamos las
gradas con el pacheco que hace de noche. Se reía de ti pobrecita y entre sus
risas te decía: “Te quedaste sin tu muñeco de año viejo guambra pendeja”.
El borrachito actuó debido a las
travesuras del niño, mejor dicho de la niña, pues le estaba quitando objetos
que no le pertenecían a ella y es aceptable molestarse y a todo esto el muñeco
de la familia no se completó, debido al pequeño problema que surgió, por
pendejo se quedó sin muñeco y además regañado por ambas partes mi mami y el
chumadito.
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Un minuto delirante
Por: Jazmin Moncayo
Un bar en la zona rosa de Quito sirvió de escenario para sacar a la luz el talento escondido de unos estudiantes de la UCE.
La actuación fue uno de las partes más complicadas del trabajo, pues existían tomas en las que la protagonista tenía que realizar escenas con rasgos fuertes, lo cual no se pudo conseguir hasta después de varias tomas por la falta de experiencia de la actriz.
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Un minuto delirante
Por: Jazmin Moncayo
Un bar en la zona rosa de Quito sirvió de escenario para sacar a la luz el talento escondido de unos estudiantes de la UCE.
El lunes
6 de junio del 2016 se llevó acabo los talleres en la Facultad de Comunicación
Social de la Universidad Central, después de haber pasado frio y con la piel de
gallina durante las matriculas.
Todos los estudiantes del taller de
producción audiovisual iniciamos las clases con un poco de incertidumbre, pues
los nombres de las personas que impartían dicho taller eran desconocidos para
nosotros. A la llegada puntal de los talleristas nos pudimos percatar que se trataban de estudiantes
de la facultad, Josefa Paredes y
Alejandro Vinces , lo que
nos dio tranquilidad y comodidad al momento que iniciaron las clases
Al tercer día del taller como
trabajo principal de los estudiantes se impuso la creación de un cortometraje
original que tenga como duración mínima un minuto. Fue entonces cuando los
estudiantes dejaron volar su imaginación y pusieron en práctica lo mejor de la
actuación que cada uno de ellos tenían.
un grupo determinado de estudiantes
realizó un cortometraje llamado Delirium, donde la protagonista, Jazmín Moncayo
, llevaba una vida llena de
peligros y excesos. Rommel Obando con su amplio conocimiento en
manejo de cámaras llenó de planos realistas el cortometraje poniendo en cada
una de las representaciones los cinco
sentidos.
-¿En qué te enfocas mientras haces
los planos? Pregunté.
- lo primero que tomo en cuenta es la
profundidad de campo, pues esto es lo que permite darle realismo a las tomas. Responde
Rommel. La actuación fue uno de las partes más complicadas del trabajo, pues existían tomas en las que la protagonista tenía que realizar escenas con rasgos fuertes, lo cual no se pudo conseguir hasta después de varias tomas por la falta de experiencia de la actriz.
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